lunes, 13 de noviembre de 2006

La carne de Yourcernar


Dicen los biógrafos que Marguerite fué una niña huérfana de madre a los pocos días de nacer, que no fué nunca a la escuela pero a los 8 años leía a Racine y Aristófanes, que a los 10 sabía latín y a los 11 griego... Esa dimensión prodigiosa del mundo de Marguerite se transforma en una tempestuosa corriente que fluye indómita en su literatura. Hay una densidad extraordinaria, una fuerza extraña que te arrastra, una carne con el deseo intacto, una fortaleza verbal tan conmovedora como la belleza. Impresionante la carta de Adriano a Marco Aurelio que constituye su obra Memorias de Adriano,“Anima, vágula, blandula, hospes comesque corporis...”,ese adentrarse en la muerte con los ojos abiertos, lúcidamente, hablando como un hombre...El Zenón filósofo de su Opus Nigrum “la atrocidad fundamental de la experiencia humana”. Sostiene la cita que “ una cultura bien asumida es una cultura sin alardes”. Yourcernar encarna ese ejemplo con un apasionante alma de emotividad histórica repleta de erudición y misterio, sanguínea, despierta... Algo muy difícil de encarnar, muy difícil mirar al pasado con esos ojos, evitando los decorados y el cartón piedra de los archivos y las bibliografías. Un torrente corre libre por la obra de Marguerite, una apetitosa herida abierta...Hay que leeerla.

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