lunes, 13 de noviembre de 2006

somos lo que comemos

(de lo que se come, se cría)
Los símiles gastronómicos, junto con los geográficos, son mis favoritos.La comida y se particular geografía, me fascina, como un riquísimo y goloso inventario verbal.
Hay muchos móviles en torno a nuestra mesa
esa que bendecimos diariamente, muchos mecanismos que desatan nuestros jugos gástricos, muchas narraciones del plato que estimulan anticipada y ferozmente las papilas gustativas, abriéndonos en canal el apetito y otros tantos platos del día, o menús de la casa, que nos hacen apáticos e inapetentes.
Ser creativo conlleva lapsus de apetito voraz,
compulsivamente bulímico y muchos otros que nos sumen en un comportamiento anoréxico. Hay cosas que te engordan- por las calorías- (nada que ver con las cuentas gastronómicas) otras que te producen una desagradable saciedad y las hay que te provocan calambres en los esfínteres...
Así es la vida. Hay que tener estómago. Hay que tragar.
Conozco creativos de todo tipo y para todos los paladares.Desde los “ferránadrianes”, que llaman a la cocina laboratorio, lujosos, mediáticos, deconstruídos, fusionados, espumosos... con el mandil impoluto y la nariz despegada con el típico gesto de que todo les huele mal... Eso sí, te cocinan unos folletos que parecen prospectos de cualquier fármaco con muchas contraindicaciones y unas etiquetas de vino que podrían estar destinadas a un envase de agua oxigenada o de una garrafa de lejía...
Y otros creativos que son “pacochabolas” , que fríen el pescado cojonudamente y te diseñan una caldereta riquísima en un abrir y cerrar de ojos. Nada que decir.
Ser uno de ellos no significa nada, afortunadamente no todos comemos en el mismo plato, aunque nos toque repartir la tarta, pero es bueno saber lo que comes y fundamental saber a quien sientas en tu mesa.
No todos los vegetarianos son verdes a fuerza de comer hierba, ni todos los carnívoros salidos. La mejor dieta es la ovo láctea si nos ponemos chulos...
Tengo muchos amigos cocineros, algunos verdaderas estrellas de los fogones y los cabrones siempre te pasan las recetas amputadas. Siempre se quedan con un ingrediente que sin ser básico, le pone el punto al plato. Eso, me dice un buen amigo chef, forma parte del espíritu de la cocina y sobre todo de las recetas; quitarle algo, ponerle algo...
Un buen cocinero creativo se esfuerza por elaborar su propia receta, sin vampirizar el trabajo ajeno, sin refritos, sin recalentamientos, sin alterar el sabor de los alimentos; quiere las cosas en su punto: crujientes.
Hay que oler lo de los demás, pero comer de lo tuyo.
Un creativo debe crear, esa es su fortaleza, esa es su verdadera naturaleza.
Aunque seas un chef compórtate como un pinche
¡ Oído cocina!
Hay que saber de cocina antes de dar clases. Beber de todos los vinos, levantar todas las cacerolas,ir al mercado diario, saber a cómo está el kilo de lubina... hay que comer mucho y rico, probar todos los platos de la carta, tener esa inquietud, ese interés, un creativo no vive de rentas, no puede estar siempre empachado...corre el riesgo de que le vomiten encima
Aquí os dejo las recomendaciones.Buenos productos del mercado diario, excelente materia prima. Los sitios, las personas, las cosas en las que hemos hallado talento. No importa que estemos encerrados todo el día en la cocina, por esta ventana con manzana entra la luz. Buen provecho.
Luis Alcántara

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